La Manada
Los bosques son escasos en las Tierras Impías, un paraje desolado y oscuro, pero la Manada que mora en este lugar no siente nostalgia por ellos. Esta tierra y sus criaturas no conocen el sosiego; en su lugar, prosperan en la hostilidad y el caos. En las sombras de las grutas, faunos obscenos espían y acechan a cualquier viajero que ose cruzar estos parajes, sus ojos brillando con una perversidad ancestral. Mientras tanto, centauros de aspecto feroz y belicoso descienden de las laderas erosionadas, levantando nubes de polvo en su paso violento. Estas criaturas, mitad hombre y mitad bestia, tienen corazones endurecidos y se lanzan con fiereza sobre cualquiera que consideren una amenaza. Por encima de ellos, arpías traicioneras patrullan los cielos. Con sus agudos ojos rastrean el suelo en busca de presas, siempre al acecho, siempre hambrientas.
En las profundidades envenenadas, los espíritus del agua son aún menos numerosos, pero su presencia es inconfundible. De estanques ponzoñosos e irradiados emergen las nagas retorcidas, seres tan llenos de odio que parecen modeladas por el veneno mismo. Estos espíritus acuáticos solo desean una cosa: destruir cualquier criatura viva que se atreva a adentrarse en sus dominios, asfixiando la vida con su toque terrible letal. Son despiadadas y peligrosas, con un desprecio absoluto por cualquier ser que no comparta su naturaleza corrupta.
No obstante, la Manada no se limita a seres de carne y sangre. Los elementales son parte integral de esta tierra, criaturas de naturaleza salvaje que a menudo parecen indiferentes al destino de las razas inferiores que cruzan sus caminos. Algunos están hechos de fuego, con cuerpos ardientes y llamas danzantes que consumen todo a su paso. Otros, formados de hueso o carne, son manifestaciones de las energías oscuras que rigen las Tierras Impías. Los elementales de tierra son montañas vivientes, fragmentos animados del paisaje que, aunque suelen ser neutrales, pueden aplastar sin piedad a cualquier ser desafortunado que se cruce en su camino.
Pese a su coexistencia en estas tierras, la Manada carece de un lazo que los una realmente. No tienen lealtad a nadie ni a nada, ni formulan alianzas duraderas. Cada ser sigue sus propios instintos y deseos, ajeno al destino de las demás criaturas. Sin embargo, si un peligro mayor amenaza con alterar su dominio o poner en riesgo la existencia misma de su hogar, se ven forzados a unir fuerzas, dejando de lado sus hostilidades para enfrentar la amenaza común. En estos raros momentos, se convierten en un ejército caótico, una fuerza indomable que lucha con brutalidad y sin tregua. Pero apenas desaparece el peligro, la alianza se disuelve como si nunca hubiera existido, y cada criatura regresa a su soledad, retomando su rol solitario como guardianes despiadados y habitantes insensibles de las Tierras Impías.
La Manada. Criatura (garras)
Contiene una miniatura de resina y una peana de plástico de 40 mm.Requiere de montaje y pintado.Prod..
14.95€ Sin Iva: 12.36€

