Las Megalópolis II

En todo el mundo se planificaron más de una veintena de megalópolis para atrincherar a los ricos y poderosos, aunque algunas de ellas no llegaron a pasar de un simple proyecto y otras fueron destruidas. Ni siquiera el Edén proyectado por las élites mundiales fue realmente tal, ya que las envidias, corruptelas y odios inherentes al ser humano sobrevivieron en el interior de estos refugios idílicos.

MapaMundo

África

Boereland
La latente minoría afrikáner en Sudáfrica jugó muy bien sus cartas durante los terribles disturbios que llevaron al colapso mundial a finales del siglo XXI. Maniobrando con astucia, sutileza y la cantidad justa de fuerza bruta, lograron obtener el poder suficiente para crear una megalópolis en el sur del continente africano para sus tocayos blancos, con la financiación de algunos países europeos (principalmente, la actual United England). Esta urbe es una de las más pequeñas de todas las megalópolis, pero para la minoría blanca del país es más que suficiente. Fuera de ella quedaron todos los habitantes negros, que junto con el resto de África fueron los grandes olvidados del fin del mundo. Las potencias mundiales seguían teniendo una visión colonial de este continente, así que fomentaron las divisiones internas, las guerras civiles y los enfrentamientos hasta tal punto que no se llegó a proyectar ninguna otra megalópolis viable aparte de Boereland, con la idea de emplear después los enormes recursos naturales del continente en su propio beneficio cuando la población nativa hubiese sino aniquilada por las bombas o se hubiese matado entre sí. En el interior de esta megaciudad está activa una célula terrorista muy agresiva, formada por blancos que se oponen de forma radical a esta nueva época de Apartheid y desean aceptar a todo tipo de razas, que está originando bastantes desórdenes públicos y trae de cabeza a sus dirigentes.

Próximo Oriente

Jerusalem
La tierra prometida nunca pareció tan al alcance del pueblo judío como cuando se fundó la Megalópolis de Jerusalem. Al contrario que en otros lugares en esta ciudad no se prescindió prácticamente de nadie; todos los que pudiesen demostrar ascendencia hebrea hasta cierta generación fueron recibidos con los brazos abiertos, para poder gozar por fin de su paraíso en la tierra. Sin embargo los rencores milenarios con sus vecinos no se iban a extinguir de la noche a la mañana, así que la cercana ciudad árabe de Luxor se convirtió en un hervidero de refugiados, agitadores políticos y partidarios de borrar a Jerusalem de la faz de la tierra. No se sabe quién apretó primero el botón rojo, pero no pasaron muchos años, sin que ambas megaciudades pudiesen estar siquiera totalmente terminadas y operativas, antes de que las cabezas nucleares y los bombarderos no tripulados empezasen a sobrevolarlas. El resultado es que toda la zona es ahora un erial radiactivo en el que habitan todo tipo de mutaciones dantescas y humanos degenerados, incluyendo las ruinas de esta urbe, que han quedado expuestas a todo tipo de inclemencias tras la huida de sus habitantes, quienes prefirieron arriesgarse a una travesía por el Páramo a quedarse allí. La nube tóxica y las lluvias ácidas también devastaron los territorios al este de esta megaciudad, aniquilando todo rastro de vida humana en las antiguas cuencas del Tigris y el Éufrates, cuna y ataúd de la civilización, e incluso más allá, hasta la antigua Persia.

Luxor
La que prometía ser una de las joyas de oriente, heredera de la Alejandría de los tiempos de esplendor, faro del saber y las ciencias, pronto se vio superada por los acontecimientos. El crecimiento casi paralelo de la vecina Jerusalem incomodaba mucho a los imanes de Luxor, y cuando las riadas de refugiados procedentes de aquella empezaron a llegar ante sus muros la situación empeoró. Por supuesto que los líderes de la ciudad egipcia no dejaron entrar a aquella chusma desesperada, lo cual les acarreó un inusual nivel de críticas internas por su falta de caridad islámica para con sus hermanos musulmanes. La única salida que les quedó fue canalizar aquella rabia contra sus enemigos eternos, los judíos de Jerusalem, embarcándose en una carrera armamentística que los llevó a ambos a un final amargo. No se puede decir que ninguna de las dos megalópolis ganase realmente el conflicto, pero ambas resultaron tan devastadas que quedaron a merced del Páramo radiactivo y sus habitantes. Con sus muros llenos de grietas, la mayoría de sus defensas automáticas destruidas o inutilizadas por falta de mantenimiento, sus barrios expuestos a las inclemencias tóxicas por el derrumbe de los escudos climáticos, la población que había sobrevivido a la breve y brutal guerra estaba totalmente indefensa. Los líderes perdieron toda influencia y Luxor se sumió en el caos. Ahora sus ruinas están habitadas por mutardos, pandilleros y bestias feroces mutantes, abierta al desierto salvo algunos barrios puntuales donde sus habitantes se han organizado para poder mantener (al menos, temporalmente) el caos a raya.

Imâra
Sobre las ruinas de la antigua Meca, santuario de peregrinación de una de las religiones mayoritarias anteriores al gran conflicto, los jeques de emiratos árabes, Qatar, Arabia y demás sitios ricos en petróleo fundaron su propio paraíso en la tierra (de hecho, ese es el significado de su nombre en la lengua antigua). Un auténtico oasis de tejados blancos, mezquitas y bazares al aire libre, financiado con los petrodólares de las dinastías más antiguas de Oriente Medio y regido por la sharia o ley islámica, donde la ostentación más absurda de riqueza convive con tradiciones milenarias y avances tecnológicos (sobre todo en los campos de la medicina y la robótica) que harían palidecer a muchas otras Megalópolis. Curiosamente para el caso de una megaciudad levantada gracias a las fortunas de magnates del petróleo, Imâra ha apostado totalmente por las energías renovables y limpias para generar la energía necesaria para su día a día, principalmente la solar y la eólica aprovechándose de su ubicación en pleno desierto. Los antiguos pozos petrolíferos han caído en manos de bandas errantes, mutardos o cosas peores, que los han convertido en su hogar y, en algunos casos aislados, los explotan para crear una triste parodia del mundo del siglo XX que recuerdan en leyendas y poemas.

Asia

Poltohar Abad
La historia de Poltohar Abad y New Kolata es bastante similar a la de Jerusalem y Luxor. Dos países vecinos con un odio tan profundo, enraizado en temas religiosos y raciales, no pueden olvidar sus diferencias así como así. Esta ciudad enclavada en las montañas de Pakistán, que buscaba recuperar la gloria de los antiguos imperios cuando la Ruta de la Seda hizo florecer las civilizaciones del Kurdistán y el Hindukush, estaba proyectada como un búnker con múltiples niveles bajo las toneladas de roca de las cadenas montañosas de la región. Sobre la superficie apenas sobresalían los relucientes tejados de templos, universidades y centros de comercio para satisfacer las indolentes necesidades de las élites quom de las castas superiores, que vivían allí con todo lujo atendidos por esclavas destinadas a satisfacer todos sus deseos. Sin embargo ni todo el macizo del Pamir pudo soportar la devastadora lluvia de radiación y muerte desatada por la potencia nuclear que era la India, aunque sí lo suficiente para que sus líderes ordenasen un contraataque que barriese de la faz del mundo a sus jurados enemigos hindi. Terremotos devastadores cambiaron irremediablemente la orografía de estas montañas, sepultando para siempre secciones enteras de la megalópolis, dejando otras expuestas al invierno radiactivo, y vaporizando todo aquello que estuviese sobre la superficie. Es posible que sobreviviese gente en el interior de los laberínticos niveles subterráneos de Poltohar Abad, pero aislados del mundo, con su brillante ciudad arrasada, y a merced de las bestias mutadas y la ira de sus antiguos esclavos fugados, su vida se habrá visto abocada a una regresión absoluta a un nivel casi salvaje.

New Kolata
Los duiyas de la India, que formaban las tres castas sociales superiores (sacerdotes, guerreros y comerciantes), se aliaron sin dudar para dejar al resto de la población al margen de sus megalomaniacos planes para crear la Megalópolis del subcontinente indio. Al final incluso entre ellos hubo unos más elegidos que otros, ya que gran parte de los comerciantes (vaisías) se quedaron fuera del grupo de elegidos, a favor de una gran proporción de sacerdotes (brahmanes) y militares (chatrías). En uno de los países con mayor densidad de población del mundo, eso equivalía a condenar a muerte fuera de los muros de New Kolata a más de 1.500 millones de personas de las castas más bajas (obreros, siervos, parias e invisibles), pero a ninguno de los líderes duiyas les tembló el pulso a la hora de sellar los muros y activar las defensas. Sin embargo los habitantes del remanso de paz que era la megaciudad, regida por las férreas enseñanzas del hinduismo, se dejaron aconsejar mal por los belicosos chatrías que querían borrar del mapa a la ciudad de sus eternos enemigos pakistaníes, a los que veían siempre como una amenaza latente para su soberanía. El proyectado ataque con cabezas nucleares no consiguió aniquilar por completo a la primera a Poltohar Abad, que tuvo tiempo de responder a su vez con las ojivas creadas en sus múltiples programas nucleares. Todo el subcontinente indio, las cordilleras del Himalaya y el Tíbet, las zonas montañosas del Hindukush, las llanuras de la antigua Afganistán… todo quedó saturado de tal forma de radiación a causa de este intercambio de ataques que ningún ser vivo logró subsistir. Los animales mutaron de formas horribles, y los humanos… los miles de millones de hindús se vieron sometidos a la agonía de quedar atrapados en semejante Páramo radiactivo, donde una muerte rápida es la mejor de las bendiciones.

Beijin
A finales del siglo XXI Pekín, o Beijin, ya tenía por sí misma el tamaño de una Megalópolis. Pero a ojos de los líderes del Comité Central le sobraba población. Expertos desde hacía siglos en técnicas de represión y control de masas, no dudaron en aplicar toda la fuerza de su ejército para limpiar de indeseables el germen de lo que sería la gloriosa megaciudad de Beijin. Los expulsados huyeron a las extensas zonas rurales chinas, donde intentaron sobrevivir al holocausto mundial lo mejor que pudieron. Mientras los líderes del partido, sus palmeros, familiares, lamebotas y demás burócratas del Comité disfrutaban de su nueva utopía “comunista” a salvo tras los muros fortificados de la urbe, las ingentes masas de población se dispersaron por montañas, arrozales y selvas, muriendo de hambre, enfermedad o a manos de algunas mutaciones causadas por la guerra. Si bien es cierto que esta zona de Asia no se ha visto muy afectada por la radiación y es una de las pocas que aún conserva extensas zonas de selva, sin un gobierno central o un plan global los cientos de millones de personas abandonadas a su suerte han quedado diezmadas y dispersas en pequeños grupos aislados de supervivientes, que han regresado prácticamente a una economía de subsistencia y un nivel de vida de la edad de piedra.

Nanking
En Nanking los dirigentes políticos decidieron probar un enfoque diferente al crear su megalópolis. Acudieron a sus vecinos del sur de Hong Kong, ofreciéndoles un hueco entre los elegidos que habitarían en la renacida cuarta capital histórica china a cambio de financiación y colaboración tecnológica para el proyecto. Se cerró el trato y se construyó una de las urbes más punteras en lo referente a electrónica, informática y comunicaciones, reforzada por los conocimientos militares chinos y defendida por las máquinas bélicas más avanzadas que se podían construir. Entonces los dirigentes chinos de Nanking dieron la patada a sus homólogos de Hong Kong, los expulsaron de vuelta a su isla y los masacraron a millares. Consumada la traición, cerraron los portones de su ciudad con una risotada y se dedicaron a disfrutar del paraíso tecnológico que tenían a su disposición. El hecho de que esté en una zona carente casi por completo de radiación ha favorecido la aparición de amplias zonas dedicadas a la agricultura y la ganadería, que han conseguido calar como una forma de “resintonizar” con sus antepasados entre buena parte de la población. Parece ser que esa dicotomía modernidad-tradición siempre ha estado presente en la sociedad china, pero en ningún sitio de forma tan clara como cuando uno contempla el lanzamiento de un geo-satélite de comunicaciones en Nanking desde una plataforma situada junto a un extenso arrozal arado por bueyes.

Tökyö no Shita (Sub-Tokio)
Nippon fue el nombre de la megalópolis original de la isla del sol naciente, que ocupaba toda la isla principal de Honshu, en el centro del archipiélago de casi 7.000 islas que formaban el Japón del siglo XX. Se construyó un gigantesco muro alrededor de la costa de Honshu y todo el interior de la isla quedó convertido en una única área metropolitana, que combinaba centros urbanos de alta tecnología con zonas rurales llenas de montes nevados, castillos de madera y animales en libertad. Sin embargo el problema de las mutaciones empezó a írseles de las manos, quizá debido a la atroz guerra nuclear desatada por las dos Koreas al otro lado del mar del Japón, que las llevó a destruirse mutuamente y creó una gigantesca nube radiactiva sobre toda la zona. Lugar peligroso ya de por sí por su ubicación sobre una falla geológica, Nippon recibió la puntilla cuando sus propias centrales nucleares empezaron a fallar. La flora y fauna locales empezaron a mutar en enormes monstruosidades (kaijus) que sembraban el terror por toda la isla, e incluso surgían de las profundidades marinas para asaltar los muros blindados de la megaciudad. Los indolentes japoneses, más preocupados por su ocio en forma de videojuegos virtuales, perversiones sexuales varias y series de holo-televisión de dibujos animados causantes de epilepsia, no pudieron hacer frente a una amenaza a semejante escala. El gobierno tuvo que recurrir a un plan B y se construyó un gigantesco búnker bajo la antigua ciudad de Tokio para albergar a aquellos supervivientes que consiguiesen llegar a él desde cualquier rincón de la isla. La superficie de la isla Honshu está totalmente devastada en la actualidad y es territorio de caza de las monstruosidades mutantes más horribles que uno pueda imaginar. Una nueva casta de guerreros, los Neo Ronin, han recuperado las tradiciones marciales ancestrales de sacrificio, lucha y honor de su país, saliendo del búnker subterráneo en cacerías suicidas de estos seres por el erial de la superficie. Aunque no está muy claro que su sacrificio sirva para algo, este puñado de hombres y mujeres honorables está logrando despertar las conciencias aletargadas de la decadente sociedad japonesa, que empieza a verlos como auténticos héroes enviados por los dioses.

Oceanía

Austral City
En la poco poblada Australia no fue necesario construir más que una megalópolis de tamaño reducido, como ocurrió con Boereland. Los ricachones y poderosos del Pacífico sur se refugiaron tras sus muros y se limitaron a seguir con sus ostentosas vidas como si nada, deleitándose con placeres mundanos como cacerías organizadas por los desiertos australianos a bordo de aeronaves de última tecnología. Tratando la gran isla austral como si fuese su coto de caza privado o su zoológico particular lleno de curiosas formas de vida primitivas, estos yuppies decadentes se contentaron con mantenerse al margen del resto del mundo y seguir llevando sus trenes de vida habituales. El Páramo australiano se convirtió en una zona sin ley, sometida al capricho de estos grandes cazadores venidos del cielo, que podían perseguir a una sola presa durante días a través de las arenas rojizas o aniquilar un asentamiento entero en una noche por puro aburrimiento. Sin embargo, hace tiempo las señales de radio dejaron de llegar desde Austral City. Toda comunicación quedó cortada de la noche a la mañana entre ella y sus megalópolis hermanas, y dado el tiempo que ha transcurrido no parece probable que se deba a un fallo temporal o un accidente. Si el aislamiento total se debe a una decisión deliberada de los gobernantes de la urbe, o si ha ocurrido algo fatal que la haya borrado del mapa, es algo que de momento nadie ha descubierto: su lejanía y la falta real de interés de las demás Megalópolis por saber qué ha ocurrido con los habitantes de Austral City la han sumido en el más absoluto abandono y oscurantismo.

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4 comentarios

  1. YA quiero una banda de Neo Ronins!! Jaajaajja genial todo el trasfondo

  2. Conocía el juego, pero ahora que he entrado enla web y me estoy empapando del trasfondo cada vez me mola más, Yo ya me estoy imaginando una banda de pueblerinos de Cuenca armados con azadas y tractores a dos manos haciendo de su brutalidad su ley jejeje

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